Este es el testimonio de una mamá que vivió la angustia y sobretodo la incertidumbre de no saber que hacer y como actuar al saber que un maestro del Colegio Vermont llamado Pablo Delgado Orea, psicólogo y maestro de deportes de dicha institución, manipulaba emocionalmente a una amiga de mi hija con toda intención de abusar de ella. Se aprovechó de su vulnerabilidad, ya que como digo, Pablo era el psicólogo de la escuela, y ella iba a terapia con él.
Mi hija era muy amiga de esta niña y con frecuencia iba a su casa a comer y por las tardes. Varias veces al ir a recogerla a casa de su amiga, veía su coche y me daba cuenta de que casi siempre estaba metido en esa casa, con niñas de 13 y 14 años. Por supuesto, me parecía raro que un hombre soltero de más de 30 prefiriera la compañía de unas niñas.
Pablo aprovechaba los momentos en los que los padres de esta niña no estaban para ir a esa casa. Al darme cuenta de esto, obviamente le pedí a mi hija no volver y que se alejara de esa situación que no era normal. Evidentemente, al ser mi hija una adolescente, ella no veía en aquel momento el grave peligro en el que ella y sus amigas se encontraban al estar cerca de este hombre, lo que ocasionó muchos problemas entre nosotras.
Por supuesto mi hija defendía la situación, decía que todo estaba bien y que no había nada de malo en la relación entre su amiga y el maestro. La percepción de esas niñas de 13 y 14 años era que su amiga era la novia de Pablo de más de 30. Como cualquier novio le llevaba flores y salían al cine. Sin embargo, evidentemente las intenciones de Pablo no eran para nada positivas sino simplemente utilizarla sexualmente.
Yo sentía a mi hija muy inquieta y desorientada con respecto a las relaciones entre un hombre y una mujer, pues a esta edad son muy fáciles de convencer de que lo malo está bien. Pablo, siendo un adulto y además psicólogo, se ganó la amistad y confianza de este grupo de amigas y las confundió.
Vivimos mi hija y yo muchos meses muy tirantes por que yo trataba de hacerle ver que la amistad que ella y sus amigas tenían con Pablo no era normal, por su puesto nuestra relación se deterioró cada vez más. Hasta que un día por fin, a manera de desahogo, me platicó que esta amiga de 13 años tenía relaciones sexuales con su profesor y psicólogo, de más de 30 años. Lo único que se me ocurrió hacer fue hacerle saber esto a los papás de su mejor amiga para ver qué podíamos hacer al respecto para prevenir que otras niñas cayeran en la misma situación.
Después de hablarlo mucho, desgraciadamente nos dimos cuenta que nada podíamos hacer sin el consentimiento de la niña afectada. Primero, porque era un secreto que mi hija y su mejor amiga por nada podrían decir. Segundo, porque la niña afectada no iba a decir nada pues no se sentía afectada y mucho menos lo diría al Colegio. Tercero, porque cuando la mejor amiga de mi hija se enfrentó al profesor Pablo para decirle que estaba mal lo que estaba haciendo, por supuesto lo negó, la intimidó y ella se sintió amenazada.
Por todo esto, y además de que todavía nuestras hijas debían seguir en ese Colegio no hice nada al respecto, cosa de la cual me siento profundamente culpable al haber dejado expuestas a otras niñas. Me concreté a ver por mi hija y a alejarla de ese hombre y nada más.
Cuando pasó todo esto, recordé que tiempo atrás en una comida familiar, mi hija esa misma tarde estaba por ir al teatro con el maestro Pablo y sus amigas. Mi sobrino, siete años mayor que mi hija, que también había estudiado en ese Colegio y que por supuesto conoció al maestro Pablo, oyó que iban a salir con él. En ese momento me dijo que no la dejara ir porque este señor había abusado de una compañera suya del salón. Por supuesto, en ese momento no le creí y hasta me molesté por hacer ese tipo de comentarios delante de todos de una persona tan encantadora y preocupada por la juventud.
Al recordar esto y no encontrar qué hacer para denunciar ante la escuela lo que estaba pasando, hablé con mi sobrino para decirle que tenía razón y que Pablo nuevamente estaba abusando de otra niña y que yo quería hacer algo para detenerlo. Le pedí que le preguntara a su compañera si estaría dispuesta a denunciar por lo menos ante el Colegio lo que ella había vivido. Mi sobrino se comunicó con ella pero ella lo único que quería era no recordarlo nunca más.
Nunca tuve una prueba que tuviera suficiente peso para presentarla, ni siquiera ante el Colegio. Yo se que TODO ESTO ES VERDAD, aunque no haya pruebas físicas. Lo que sí hay es mucho daño emocional que este infeliz ha dejado en muchas niñas directa e indirectamente como en mi hija y sus amigas, y a lo largo de tantos años.
De lo que por mi sobrino y mi hija sé de manera directa, por lo menos, Pablo lleva 25 años lastimando niñas. Dejo este testimonio porque hoy no quiero quedarme sin hacer nada. Espero que esto ayude a que nunca más Pablo lastime a otras niñas por el resto de su vida y la de sus familias.
Una mamá que tuvo la fortuna de que su hija hablara.
Para contar tu historia de manera ANÓNIMA, manda un email a pablodelgadoorea.abusos@blogger.com y tu testimonio será publicado. Escribe el título de tu entrada en "asunto" y tu entrada en el "cuerpo del mensaje" del correo electrónico.
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